PROLONGA LA VIDA DE TU CALDERA
La mayoría de los hogares españoles optan por un sistema de caldera y radiadores para asegurarse calefacción y agua caliente. Existen multitud de modelos, combustibles…, pero todas tienen algo en común: la única manera de asegurar una vida útil prolongada del aparato es desarrollar un correcto mantenimiento del mismo. Conoce las claves para asegurar longevidad a tu caldera.
No hay reglas fijas, pero los expertos cifran que una caldera bien cuidada puede llegar a funcionar en óptimas condiciones entre unos 12 ó 15 años. Esta esperanza de vida útil depende también de los usuarios, que deben conocer las necesidades de revisión de sus aparatos.
La revisión anual
Con independencia del tipo de combustible empleado o, incluso, del tipo de caldera, es imprescindible realizar una inspección técnica del aparato una vez al año. Los profesionales controlarán los niveles de consumo de combustible y agua, el índice de gases expulsado, la opacidad de los humos que emiten, el tiro de la chimenea y, sobre todo, procederán a la limpieza del sistema antes de que empiece a funcionar a pleno rendimiento, con la llegada del frío.
Para ahorrarte problemas y evitar olvidos, las empresas mantenedoras autorizadas ofrecen servicios de mantenimiento que se encargan, año a año, de todas las gestiones. En ocasiones, estas revisiones anuales están incluidas en la garantía del fabricante. No obstante, siempre es mejor preguntar antes de firmar y conocer en detalle aspectos como si esa cobertura incluye transporte y mano de obra del técnico.
La limpieza
Los radiadores también precisan de mantenimiento anual, aunque en este caso puedes hacerlo tú mismo: la clásica purga de radiadores es una tarea sencilla; pero no olvides seguir las instrucciones del fabricante, pues cada modelo tiene sus propias características.
También puedes aportar tu granito de arena a la vida útil de tu caldera mediante su limpieza periódica. Ten en cuenta que este tipo de aparatos suelen acumular polvo y grasa (sobre todo si están instalados en terrazas o en la cocina) y que, a la larga, la suciedad puede repercutir en su funcionamiento.
Para limpiar el exterior de tu caldera, recurre a un paño húmedo y evita el uso de productos de limpieza abrasivos. Es recomendable el uso de jabones neutros, aunque puedes optar por no utilizar nada. Recuerda que es imprescindible que cortes el suministro eléctrico, así como el paso del gas o combustible por el dispositivo mientras estés limpiándolo.
Otros elementos que debes limpiar de forma habitual son los tubos de evacuación y las rejillas de salida, para evitar obstrucciones provocadas por la acumulación de suciedad.
Control de los mandos
Para asegurarte un perfecto mantenimiento de la caldera, es también imprescindible que te familiarices con los indicadores del control de mandos de tu aparato, porque para mantenerlo en buen estado no basta con saber cómo apagar y encender la calefacción o regular la temperatura.
Uno de los indicadores que más hay que vigilar es el de la presión: el manómetro que incorporan todas las calderas debe marcar una presión mayor o igual a 1 bar. En caso de que sea inferior, el dispositivo necesitará más agua de la red local y, para ello, la caldera contará con una llave mediante la que puedes introducir agua al sistema. En cualquier caso, sigue las instrucciones del fabricante para asegurarte un control eficaz. Del mismo modo si la presión fuera excesiva, los aparatos están preparados para liberar agua.